“Lleva un tiempo que nuestras experiencias pasen por nuestra conciencia. Nuestros cuerpos son como tachos de basura: coleccionamos experiencias y de la descomposición de las cáscaras de huevo, las hojas de espinaca, las semillas de café y los huesos de nuestra mente aparecen el nitrógeno, el calor y una tierra muy fértil. De esta tierra fértil crecen nuestros poemas e historias. Pero esto no pasa enseguida. Lleva tiempo”.

– Natalie Goldberg, en Writing down the bones

Natalie Goldberg dice que nuestras experiencias van formando un compost en nuestra conciencia: es difícil escribir acerca de una historia de amor si estamos en el medio, así como es difícil escribir acerca de una ciudad a la que nos acabamos de mudar. No tenemos perspectiva. Como Hemingway, tenemos que escribir acerca de Michigan estando en París. Y darle tiempo a que el compost de vivencias se asiente y se empiece a formar un jardín. “Entender este proceso nos da paciencia y produce menos ansiedad”, dice la autora de “Writing down the bones”. Mientras esperamos, tenemos que seguir practicando nuestra escritura todos los días para poner en forma la mano y los músculos que nos hacen escribir (y así estar preparados para cuando la experiencia esté lista para pasar al papel).