En las pesadillas hay algo muy poderoso: condensan todo eso que nos da miedo, a veces de manera muy irracional. Alguna vez soñé que alguien me perseguía para matarme y me desperté mal, pero mis peores pesadillas son otras, son las que se repiten y me quedan grabadas en la cabeza. Es fácil olvidarse de un sueño pero es muy difícil olvidarse de una pesadilla. Escribir desde el miedo, con mucho detalle, también es un buen ejercicio.