Día 23: cómo te parecés a tu mamá
Creo que a todos nos pasa, sobre todo cuando llegamos a los 30 (¿o me pasará solo a mí?): hay un momento en el que nos damos cuenta de que somos iguales a nuestra mamá, acabamos de decir lo mismo que nos dijo ella toda la vida y que siempre desestimamos, nos quejamos de la misma forma, damos la misma orden, le decimos a alguien que se abrigue, preguntamos de la manera en que pregunta ella. De golpe, todo eso que siempre nos pareció típico de ella, ahora lo hacemos. Cuando reconozco a mi mamá en mis frases o acciones, me quedo en silencio por un segundo y pienso: «Hacé como si nada, que nadie se dio cuenta». Describí ese momento en el que te das cuenta cuánto te parecés a ella (o a tu papá, si preferís).
Día 22: escribí el monólogo interno que experimentás cada vez que te sentás a escribir
Esta consigna me encanta porque cada vez que me siento a escribir mi cabeza quiere irse a otro lado, busca mil excusas para hacer otra cosa, hay que lavar la ropa, mejor cocino, a ver ese video, voy a leer el diario, mejor dibujo en mi cuaderno, voy a escuchar una canción y así. Esta es la oportunidad perfecta para dejar que tu cabeza haga lo que hace siempre, solamente que ahora vas a transcribir sus pensamientos en tiempo real. Es como cuando eras chico y tenías ese amigo que, para molestarte, repetía todo lo que le decías y copiaba tus movimientos como si fuese tu reflejo. No planees mucho este texto, vas a ver que tu cabeza se va a encargar de escribirlo solo. Vos tené la mano preparada.
Día 8: buscá una foto en un cajón y escribí lo que está pasando fuera del cuadro
Revolvé los cajones de tu casa (o de la casa de alguien, con su permiso) y buscá una foto. Si encontrás varias quedate con la que más te llame la atención, también podés usar alguna que hayas encontrado hace poco de casualidad. No importa si es de gente que conocés o no, si muestra un paisaje, una escena, un retrato, un cumpleaños. Las imágenes tienen el poder de congelar un instante pero siempre dejan una incógnita: ¿qué estaba pasando fuera del cuadro? ¿Quién sacó la foto? ¿En qué circunstancias? ¿Qué pasó unos segundos después de esa foto? ¿Qué pasó unos segundos antes? ¿Cuál fue el camino del fotógrafo para llegar a capturar esa imagen? ¿Qué pasaba alrededor suyo mientras él apretaba el botón? Mirá la foto, hacete estas preguntas y respondé a las que quieras por escrito. No pienses mucho, imaginá, inventá, suponé, dejá que la foto te cuente su historia.
“642 things to write about”, el libro para entrar en calor
Lo encontré una tarde en Liverpool, en el gift shop de TATE Gallery. Además de ser fan de las papelerías y las librerías, otro lugar al que no puedo evitar entrar es a las tiendas de los museos. Tienen lo mejor de ambos mundos: cuadernos con tapas de cuadros, libros de arte y un montón de chucherías lindas y temáticas que no se ven en las papelerías normales.
El libro me llamó la atención enseguida. Se llamaba 642 things to write about y era grandote, gordo y pesado: nada cómodo para alguien que quiere viajar liviana. Read More