En las pesadillas hay algo muy poderoso: condensan todo eso que nos da miedo, a veces de manera muy irracional. Alguna vez soñé que alguien me perseguía para matarme y me desperté mal, pero mis peores pesadillas son otras, son las que se repiten y me quedan grabadas en la cabeza. Es fácil olvidarse de un sueño pero es muy difícil olvidarse de una pesadilla. Escribir desde el miedo, con mucho detalle, también es un buen ejercicio.

Mi pesadilla recurrente fue cambiando con los años. Antes soñaba que tenía que ir al baño y solo encontraba inodoros sin paredes en medio de un shopping lleno de gente. Un clásico, supongo. Ahora, hace unos dos o tres años, mi miedo onírico más grande son los chicles. Dejé de comer chicle la primera vez que tuve esta pesadilla. En general empieza como un sueño normal en el que estoy haciendo cualquier otra cosa y de repente abro un chicle y me lo meto en la boca. Las primeras dos o tres mordidas no pasa nada, pero después el chicle se empieza a agrandar, toma una consistencia casi líquida, muy pegajosa, se me pega en los dientes y en la mandíbula, se sigue agrandando, intento escupirlo y no puedo, trato de sacarlo con las manos pero es interminable, tiro y se estira como el pañuelo larguísimo que sacan los magos del bolsillo, sigo tirando del chicle con las dos manos pero no se termina nunca, me pongo a llorar, la gente me mira y nadie me ayuda, casi no puedo respirar, el chicle se sigue agrandando, con esa consistencia aguada. El final va cambiando: a veces logro sacármelo del todo, a veces me lo saco y me arranca todos los dientes, a veces no sé qué pasa, creo que me quedo así, con el chicle atascado para siempre hasta que me despierto. Lo bueno de todo esto es que tengo un elemento que me permite saber si estoy despierta o soñando, como el trompo en Inception. Nunca, jamás, volví a comer chicle, y eso que antes me encantaba. Si como chicle es porque estoy soñando y a veces en mi sueño no me doy cuenta y pienso: “¿Por qué aceptaste ese chicle?”, creyendo que estoy despierta. Odio este sueño y odio la sensación de ahogo que estoy sintiendo en este momento mientras escribo.

Piensen en su pesadilla recurrente, escríbanla, sean muy concretos, traten de replicar la escena o imagen que les da miedo y después pregúntense por qué.

Este disparador forma parte del proyecto mensual “30 días de escribirme”. Cada día durante 30 días compartiré una consigna o disparador corto para que escribas un texto en tu cuaderno, computadora o blog. La idea es que lo uses para entrar en calor la mano y generes el hábito de escribir todos los días. No es necesario empezar con grandes temas ni escribir durante horas. Estos ejercicios están pensados para hacerse entre 15 y 30 minutos, pero cada cual puede usar el tiempo que quiera. Podés ir viendo los disparadores de este proyecto acá. Si querés compartir tu texto en alguna red social, podés usar el hashtag #30díasdeescribirme. También podés publicarlo en los comentarios de este post.